La importancia de compartir

Cuando uno es joven no piensa demasiado en la muerte o en todo caso se ve como esa desgracia que les pasa a los demás. Pero el tiempo pone a todo el mundo en su sitio y la vida se encarga de enseñarnos, poco a poco y con dolor, que la muerte es tan compañera del hombre que vive a su vera desde el momento mismo del nacimiento. Nacemos para morir y así es; cuanto antes lo aprendamos mejor será porque también tendremos más oportunidades de apreciar la vida como algo bueno y por tanto, breve.
Siempre he pensado, hasta que empecé a perder a seres queridos, en la ceremonia que acompaña a la muerte como algo aburrido, innecesario y de alguna manera un poco masoquista. Pero una vez más, estaba equivocado. Es muy importante, y lo supe cuando me tocó vivirlo en carne propia, tener al lado el consuelo de parientes y amigos cuando estamos trastornados por el dolor de haber perdido a alguien importante en nuestras vidas. Por eso ahora, y esto debe ser una señal más de decrepitud, como las arrugas, las patas de gallo y los dolores de huesos, no dejo de acudir nunca a consolar a alguien que represente algo para mi y que haya perdido a un ser querido. Lo demás; las fiestas, las copas, las reuniones festivas, se celebran con todo tipo de gente. Pero para los momentos de dolor, que me dejen a mis amigos, a esos que me quieren de verdad y que me aceptan como soy; queriéndome no por mis muchos defectos, pero si con ellos, porque vienen en el lote.

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