Forjadores del destino

Llegado ese momento sonará el eco de trompetas inmortales, brillarán los sonoros metales en el amanecer del día en que los hombres no teman verdades nauseabundas de creencias obsoletas, adornadas con palabrería rebuscada y transmitida con rituales tan deformados y engalanados que la verdadera esencia, de un pasado humilde, ya ni siquiera reconoce, caerán palacios de oro y mármol y en sus escombros quedarán sepultados estandartes y símbolos de sufrimiento difundidos bajo un velo el cual solo busca el poder que corrompe todo ser humano, al cual se le otorga el deber de ser algo más que el común de los mortales, en ese momento, en que todos seamos iguales y nadie sea alabado por encima de nadie, seremos los verdaderos forjadores de nuestro destino.

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