El cerrar un capítulo
Cuando cerramos un capítulo, nuestro cuerpo experimenta una extraña
sensación que mezcla miedo, tristeza y nerviosismo. Esa sensación nos
invade por completo y a veces incluso nos hace retroceder a la última
página donde a pesar de que es donde se ha cometido el error, nos
sentimos mas seguros. De ahí la frase de que el ser humano es el único
que tropieza con la misma piedra dos veces. Después de esa sensación
vienen las negativas: "no podré seguir" "no me veo capaz de hacer esto"
"no lo voy a olvidar" y llega un punto en que de verdad creemos que no
vamos a poder seguir adelante con nuestras vidas en un nuevo capítulo.
Unas veces es porque nos gustaba el anterior capítulo demasiado, otras
porque alguien ha quedado anclado en ese capítulo y queremos que siga
con nosotros aunque sepamos que es imposible. La tercera opción es más
complicada, porque lo que nos pasa es que tenemos la cabeza totalmente
preparada para el cambio, pero el corazón... el corazón no está
minimamente preparado para el cambio y creamos una cruzada entre cabeza y
corazón. Aquí se nos echa encima una pregunta "¿por cuál me guío? Y
parece que la parte uno del proceso, miedo, tristeza, y nervios, nos
persigue. Mi truco ante esto siempre es el mismo. Lanza una moneda al
aire y elige, cara continuo, cruz, me quedo. Y lánzala.
Independientemente de lo que salga, antes de que la moneda regrese a tu
mano ya sabrás cuál es tu decisión. ¿La tienes ya? Pues no sé a qué
esperas para dejar ese miedo atrás. Si el cuerpo te pide que corras,
corre.