Pensamientos y dudas

Escondidas están las imágenes, incorpóreas a los sentidos, como el contrario en la batalla, la normalidad ha conseguido rodearnos sin que alcanzáramos hacer nada. Pero ahora ya no se puede soslayar, está aquí con su olor a día laborable, a ropa sucia tras una jornada de esclavitud y vacío. Es entonces cuando nos sabemos una pieza más en el engranaje, que se levanta y produce, la que se apaga como una cerilla que se consume. Intuyo que tras cada giro, tras cada nueva felicidad, la normalidad es capaz de aguardar su turno, sabedora de que podrá inundar de gris cada esquina del lienzo, triste y sabia anciana. La normalidad no es mala, lo malo es no tener algo anormal para disfrazarla, lo malo son los segundos que prosiguen al suspiro, esos que nos dicen que lo atípico se ahogó entre lo cotidiano, lo malo es sentirme yermo en un vivero de flores, o víbora entre un puñado de serpientes. Mi creencia es mi paraíso, mi dogma el antídoto para no contaminarse de fe, de mala fe, nunca he llegado a odiar a mis enemigos, porque si los hubiera odiado nunca hubiera podido combatirlos, se cual es el final del camino, pero no cual voy a tomar, me asaltan las dudas pero no las de mis preguntas, me asaltan las de los imbéciles, porque, de todas las estupideces posibles, la imbecilidad es la única que no tiene cura, y a la única contra la que no se luchar.

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