Abrazas el aire "hermano"
La miras, la escuchas, la admiras, te enamoras. Te enamoras, te admira,
te escucha y tú la odias. La odias por ser tan tú. Te odias por no saber
cómo odiarla. Te odias sin más y odias odiar. Odias estos puntos
suspensivos… ¿Qué ocurre si ya no queda ningún punto y final? ¿Y si los
gastaste todos? Te mueves flotando en una nube, agarrándote con fuerza,
arañando su espalda. Te mueves, y flotas, y ríes, y odias. Cuentas las buenas noches que le das, los bostezos que se transforman en
suspiros. Despiertas y a veces no está, a veces se ha ido. A veces te
besa; a veces te ignora. Ya no sabes si es el café o tu orgullo el que
sabe tan amargo, si son dulces los caramelos o sus labios, si sus “te
quiero” siguen siendo ácidos, si se sigue peinando así el pelo, si ya no
hay inviernos largos. Si a él le besa igual. La miras, la escuchas, la admiras, te enamoras aún más. La muerdes, la
insultas, la coges, la besas, la necesitas. Es tuya. Es tuya y de nadie
más, te dices. Es tuya y no te la van a volver a quitar. Se va. La echas
de menos, la echas de más, la echas en falta y te hace falta. Te faltan
sus buenas noches, sus “déjame en paz”, su mal humor por la mañana, sus
gritos en la cama, su sonrisa cuando te enfadas, su puta manía de
quererte.Y si todo esto no ha servido para nada, si la herida no cicatriza, si
los sueños se quedan en pesadillas y sus piernas en ojalás; entonces
seguirás siendo tú: con tu nada, con tu herida, tus pesadillas y tus
ojalás. Con tus ojeras y una copa en la mano, esquivando las estrellas,
abrazando el aire. Y aquí me tienes, abrazando el aire.
P.D: Esta va para ti, mi "hermano", y quiero que sepas que siempre me tendrás ahí, en los buenos, y en los malos momentos.
P.D: Esta va para ti, mi "hermano", y quiero que sepas que siempre me tendrás ahí, en los buenos, y en los malos momentos.