Luchar vale la pena
¿Nunca has tenido esa sensación de tocar el cielo
con tus propias manos? La de estar lo suficientemente seguro para
comerte el mundo, con o sin ganas. La de correr dejando caer atrás la de
metas ya alcanzadas, la de sueños ya conseguidos y la de deseos ya
cumplidos. La misma sensación de sonreir por no encontrar motivos, o la
de llorar por la misma cuestión anterior. Cuando presientes que está al
caer una nueva etapa, que se aproxima lo bueno, y que ahora lo que toca
es ser feliz. Pues yo también me he sentido así, capaz de demostrarle al
mundo que si quieres... puedes. Que sin metas, no hay propósitos. Que
sin propósitos, no hay ilusiones. Y que sin ilusiones, no existen
razones por las que llegar a la meta.